reverberación (materiales sobre el progreso y retroprogreso en Tierra de Barros XI)

 

LA SUBLEVACIÓN INMÓVIL

Ir del signo a la cosa significada es

profundizar en el mundo.

André Malraux

24 y 25 de octubre

El primer día del Juicio a los imputados me llevé toda la mañana sin hacer nada, aunque ese nada no es del todo correcto, sería mejor decir que se trataba “sólo” de acompañar. Y eso hice, pero como las horas eran muy largas, decidí ir a la biblioteca de Mérida para  sacar el libro que mi amigo Antonio Orihuela me había recomendado de Antonio Gamoneda, se trataba de Blues castellano. El libro, como tal, no estaba; por lo que me decidí por Esta luz, una antología que recoge su obra de 1947 a 2004. En este libro es donde me encontré este poema:

 

De la quietud, un pájaro,

a impulso de su canto,

pensativo se alza.

 

Y, de pronto,

ya no hay pájaro: lluvia,

cristal vivo, hacia arriba

crece.

Alguien tiende

su mano silenciosa,

 

alguien está diciendo

adiós, adiós sin palabras.

 

El poema es de Sublevación inmóvil, el primer libro que publicó Gamoneda en 1960, su apartado 3 está encabezado con la cita con la que abro esta entrada.

Por la tarde, mientras pasaban los primeros testigos, empecé a leer Sublevación inmóvil en un banco del pasillo de entrada a la sala 2 donde se celebraba el Juicio.

Al día siguiente volví a leer otra vez el mismo poema infinidad de veces,  esperando que alguien desde dentro de la Sala de Audiencia tendiese la mano silenciosa. No ocurrió nada.

26 de octubre

He montado el video 247 vs. 12 ó… la soledad con las imágenes que grabé ayer y antesdeayer. Mientras lo montaba veía esa “sublevación inmóvil” que el poeta vio en la España de los años 50.

En aquel pasillo estaba mucha de la gente que el 30 de septiembre de 2005 se sublevó con sus gritos. La denuncia por atentar contra la Autoridad fue a parar a los 11 imputados concretos, pero creo que de la misma forma podía haber ido contra cualquiera de esas personas que ahora se siguen sublevando en ese pasillo con silencio y respeto.

Este Juicio es contra todos ellos, los 247 son los 11 imputados. El video recoge lo que vi en la Audiencia Provincial de Mérida.

El Fiscal reduce la petición de pena de cárcel de tres a dos años y la acusación retira los cargos sobre la imputada Manuela García.

Cuando terminó el Juicio, la gente felicitó a los imputados, yo hice lo mismo. Me dirigi a Manuela García y me comentó que la jueza había dado la última palabra a los imputados por si querían añadir algo más. Ella dijo:

“para mí no es importante que haya una sentencia que me declare inocente porque sé que lo soy desde hace seis años, pero nadie podrá reponer la condena que he pasado durante este tiempo”.

La comunidad/ lo ilegítimo

El centro del pueblo estuvo en sus orígenes en el cerro, antes incluso de que hubiera mezquita, luego ésta se levantó a partir de sillares  y columnas visigodas y  romanas, las casas se apiñaban en torno a ella protegidas por una muralla fortaleza. Las columnas y los sillares fueron montándose y desmontándose, pasando así entre formas y volúmenes que recojían la materia de los anteriores. En el siglo diecinueve se hizo uno de estos morphing: se desmontó la fortaleza para hacer una plaza de toros. La traza circular y su graderío se terminaron encaramando a la mezquita redibujando la situación con un insólito abrazo. Las invasiones bereberes en la península produjeron asentamientos en las sierras del sur, en un tipo de paisajes  afines a los invasores. Juan cuenta algunas historias de éstas, él también tiene cara de bereber, escribe cuentos  a propósito de la época islámica, y los mezcla con nombres de personas que conoce cualquier día por casualidad. Los bereberes eran pastores y andaban con las cabras por el monte, como Miguel.

Las casas no se apiñan ya junto a la mezquita, si acaso las viejas cabañas son lo más próximo. La casa donde vive Angelita es de las que hoy día quedan más encaramadas al cerro, un carril sube desde su casa hasta la plaza de toros, ella y su marido fueron adquiriendo poco a poco las cuadras colindantes. Hoy están abandonadas. Cuenta como fueron pagadas con diezmil pesetas en un bar, sin ningún papel. Ella es de una aldea, como casi todo el mundo allí, no le apura contar que es  hija ilegítima de un señorito que no quiso saber nada de ella, se crió en la pobreza y aprendió los trabajos de los pobres. Marchar al campo para la sementera, andar al bosque y recoger pedazos de madera, lo que llaman el cisco, con eso se encendían braseros y cocinas. Cuando las empresas del medioambiente llegaron al campo a controlar los bosques empezaron a supervisar los montes y a multar a quienes por allí recogían los desechos, qué sabrán los del medioambiente nada más que vigilar y multar a quienes siempre estuvimos en el monte, lo mismo que no le gusta que le manden no elude tampoco ninguna responsabilidad, el gobierno somos todos, pero todo esto está preparado para que no nos enteremos de nada. Su padre tuvo luego una familia, nunca quisieron saber nada de Angelita, un día su hija le contó con sorpresa que el profesor de la escuela tenía su misma cara, que era clavadito a ella.

Esta actitud parece recoger el testigo de lucha y de no doblegamiento de Louise Michel. Acusada de promover las acciones de la Comuna de Paris  respondió  ante el tribunal:  No quiero defenderme, no quiero tampoco que me defiendan. Pertenezco a la revolución social, y declaro aceptar la responsabilidad de mis actos. Lo acepto todo entero y sin restricción. (…)Ya que, según parece, todo corazón que lucha por la libertad sólo tiene derecho a un poco de plomo, exijo mi parte. Si me dejáis vivir, no cesaré de clamar venganza y de denunciar, en venganza de mis hermanos, a los asesinos de esta Comisión. Louise era también hija natural de una sirvienta y de un terrateniente.

El carril que sube de su casa a la plaza de toros está lleno de zarzas, no recuerdan la última vez que por allí subieron. Dimos un paseo por todo aquello y hablando se nos hizo de noche. En la bajada del carril abandonado y oscuro emergía entre las zarzas un ramillete luminoso de azucenas salvajes.

El trabajo/ el derribo

Bajando la misma calle Capuchinos está la casa de Dolores y Jose Joaquín. Él es albañil, lleva tiempo desvelando portadas antiguas de ladrillo en muchas casas, fue él quien restauró la de la casa de Juan y Marichu, también quien les hizo la cubierta de madera a la portuguesa del doblado. Durante una época estas portadas comenzaron a  cubrirse y camuflarse tras un mortero blanco hasta desaparecer. Al igual que Miguel el pajarito tienen una de las cuadras en los terrenos públicos junto a la mezquita, la utilizan de almacén de materiales. Muchas de las cosas que encuentra en las rehabilitaciones las guarda. Así las paredes del salón están cubiertas de imágenes recogidas en derribos.  A Jose también le ha gustado buscar por el campo construcciones en medio de la naturaleza, guarda una serie de  imágenes con enclaves que hoy día han desaparecido, arruinadas o desmanteladas, pequeñas trazas de construcciones antiguas que no han alcanzado el listón para ser protegidas. Jose busca las razones que las han construído en medio de los montes y trata de encontrar argumentos.

Las imágenes están revueltas en cajones y álbumes, pero a cada rato se descubre una nueva familia de fotos, entre las de momentos de trabajo en la obra aparece otra serie con fuerza, una secuencia vinculada a algo parecido a la recreación de mundos: odaliscas, moros y cristianos o la vida de Jesús.

 

Belgrado- Una crónica en el mercado de Kalenic

En el segundo día del mercado, nos ponen en un lugar muy central, donde todo el mundo pasa pero nadie para, el típico lugar donde normalmente habrá alguien haciendo una promoción para un nuevo tipo de cuchillo o limpia-platos. Mucha gente miran nuestro puesto, ‘que tenéis?’ ‘Que vendéis?’, y nosotros: ‘La verdad, de vender nada, pero si queréis intercambiar recetas o hablar sobre micro-organismos…’. Casi nunca conseguimos terminar el frase, la gente pasan rápido a comprar algo.

La abuela de Vahida viene a visitarnos con galletas saladas riquisimas y hace algunas botes de pepinos pequeños fermentados. También tiene bolsas, guantes y marcos todo de ganchillo hecho de bolsas de plástico para enseñar y vender. Poco a poco, mas personas empiezan a acercarse.
Al día siguiente hablamos con el jefe del mercado, un señor mayor muy elegante. Lo decimos que queremos volver a un puesto que tuvimos el primer día, donde los vendedores pasan el tiempo junto y dan consejos vitales.Nuestros vecinos, son un material por un capitulo entero: cada una es una historia. La mayoría del tiempo tenemos que hablar con las manos, las caras y todo lo que se puede para poder comunicarnos con ellos.
Una familia de gitanos que venden cosas de papel, sabanas y mantas están siempre a lado de los puestos pero no tienen un puesto fijo, una mujer que vende verduras y estaba un poco sospechosa con todo lo que estamos haciendo pero con mucha curiosidad y ganas de comunicar.
Un señor con un gorro de campesinos, siempre viene para probar, comentar algo y volver a su puesto.
Las mujeres de los dulces nos salvan con sus baklawas, tespeshties (un pastel riquisimo de Kosovo) y mas y mas
El chico del petardo, que tiró un petardo a lado de nosotros y cuando fuimos a ver que pasa nos convertimos en mejores amigos.

Col y pimientos, así es en serbia. Desde el momento que entramos el mercado, las cosas son súper claras, aquí se come pimientos y col de todos los tamaños y colores. Empezamos a hacer col entero fermentado y pimientas rellenas de col y nabos, esas cosas esperamos probar en el evento al final de mes. Hacemos muchísimas recetas ya que conocemos como Dosa y kimschi. También hacemos recetas experimentales como tomates verdes con otras verduras, kimschi de frutas etc.. Aviv empieza cortar diferentes raíces muy fino y amasar las con sal para después enbotellarlas, siguiendo una receta de Sandor Elix Katz colgada en YouTube. Empezamos con una receta famosa de col y elaboramos. Después la probamos y es rica, la servimos junto con Chapati de levadura madre que hacemos en el mercado mismo. La ofrecemos a todo el mundo con queso, salsa de olivas, cositas fermentadas y zaatar.

Los Medios Siendo que somos tan interesantes y exóticos salimos mucho en prensa: los periódicos y la tele no paran de pasar por nuestro puesto. Algunos no entendieron el concepto y nuestro objetivo y algunos lo entienden muy bien. Un programa famosa, que se llama Las crónicas de Belgrado, explica lo que esta pasando en Belgrado estos días. Al final las protagonistas no somos nosotros sino los vendedores y nuestra amiga Zania, una niña del mercado con quien jugamos mucho.
Queremos hacer queso pero nos da vergüenza: el mercado esta lleno de queso blanco súper rico, saldo, fresco, blando, duro, de todo tipo. Cada día compramos algunos tipos para probar y encontramos la kaymack, un queso-mantequilla con un sabor y textura muy especial.
En menos de una semana ya tenemos montón de botes rellenas de todo que lo encontramos en el mercado. Mas y mas gente vienen a preguntar cuanto vale así que decidimos hacer intercambios: un abrazo, una receta, unas verduras o lo que sea. Ya tenemos muchas recetas de cosas dulces, cosas típicas de belgrado, Kosovo y mas lugares. Por ejemplo pimientas planchadas o Ajvar (una receta muy común de pimientas asadas, peladas y cocidas) schwartzi picante con chocolate y mas y mas.

Los Medios Siendo que somos tan interesantes y exóticos salimos mucho en prensa: los periódicos y la tele no paran de pasar por nuestro puesto. Algunos no entendieron el concepto y nuestro objetivo y algunos lo entienden muy bien. Un programa famosa, que se llama Las crónicas de Belgrado, explica lo que esta pasando en Belgrado estos días. Al final las protagonistas no somos nosotros sino los vendedores y nuestra amiga Zania, una niña del mercado con quien jugamos mucho.

 

 

Reducción del 20% del número de explotaciones agrarias en la UE entre 2003 y 2010

Comunicado de prensa de la Coordinadora Europea Via Campesina :

La sangría continua, sin curar al enfermo ni atraer a los jóvenes. La propuesta PAC 2014-2020 no se aborda. Para que el oficio de campesino sea suficientemente atractivo, es necesario que los precios agrícolas sean justos, que haya perspectivas de renta y reconocimiento del trabajo campesino.

¿Hasta cuándo va la PAC neoliberal matar la agricultura campesina y vaciar los campos? El último censo publicado por el EUROSTAT[1] es alarmante: ¡en solamente ocho años, la UE ha perdido 3 millones de explotaciones!

En algunos países de Europa central o báltica, la caída es muy fuerte, hasta un 47% en Estonia.  La concentración de las explotaciones, favorecida por pagos PAC por hectárea  o históricas sin tope, por precios agrícolas a menudo por debajo de los costes de producción, por normas industriales no adaptadas a la agricultura campesina, y por  la pesadez de las obligaciones administrativas, excluyó del mercado y del oficio a campesinas y campesinos, y cerró el horizonte a los jóvenes que querían instalarse.
En la actualidad, muchos jóvenes rurales y urbanos quieren ser campesinos y campesinas, es decir productores de alimentos para alimentar a la población, no en productores de materias primas a bajo precio para alimentar a la industria y la gran distribución. Sin embargo, muchos de ellos son excluidos de los programas de apoyo a la instalación ya que sus proyectos no encajan en los esquemas oficiales que datan aún del siglo XX: pero el productivismo ha caducado. Los tiempos en los que se producía siempre más con cada vez menos campesinos pertenecen al pasado ya que no se puede responder a los retos medioambientales, sociales y territoriales de la Europa actual.
En este sentido la propuesta de la Comisión Europea de una nueva PAC ya lleva retraso y conduce a la agricultura y a la alimentación europea directamente a un callejón sin salida.

No hacen falta menos, sino más campesinos. La idea de que las estructuras agrícolas deban ser cada vez mayores, que la “reestructuración” es necesaria, que hay siempre economías de escala, es una visión económica simplista que no tiene en cuenta los numerosos costes sociales, medioambientales y de salud pública, externalizados en general hacia los contribuyentes y los ciudadanos.
No se trata de solidificar las estructuras tal y como están ahora después de 50 años de productivismo, sino de invertir la tendencia actual al envejecimiento de los agricultores creando una política agrícola que fomente la instalación trazando perspectivas económicas, hipotecarias y sociales favorables.

¿Acaso las grandes explotaciones de cereales, que a menudo se han ampliado gracias al presupuesto de la PAC pagado por los contribuyentes europeos y que han creado desiertos humanos en los grandes llanos de cereales, mantienen y alimentan al mundo rural?
¿Acaso las grandes ganaderías industrializadas, cuya multifuncionalidad negativa se extiende en los periódicos durante todo el año, que concentran la producción en algunas regiones de Europa, aportan alimentos de calidad a los consumidores europeos? ¿Por qué mantenerlas por más tiempo?

Tras el productivismo y la reestructuración, le llega la hora a la agricultura campesina, la que las instituciones en general ponen de manifiesto en las películas de promoción de la PAC. Ahora bien, la reforma de la PAC propuesta no va en esta dirección.

¡Indignémonos y comprometámonos por otra PAC!

La historia/ la risa

En la primera casa de la calle de los Capuchinos viven Juan y Marichu. Su casa apenas ha sido modificada, portada de ladrillo, zaguán de entrada, crujía de la zona vividera, patio trasversal, crujía de almacenaje y fondo de jardín, huerta y cuadra. Las salas en penumbra permiten entender esta secuencia que a su vez construye una forma de vida.

Juan pasa el día entre esta penumbra, atraviesa la secuencia de patios para llegar a su taller del fondo, allí ha ido recogiendo y clasificando toda clase de piezas y mecanismos con los que completa y repara cualquier cosa. Junto a este taller hay una sala donde ha ido recogiendo también juegos para los críos. Archivadores con documentos de genealogía de las gentes del pueblo, álbumes de fotos. Pero el lugar  que más le gusta está en el doblao, subiendo unas escaleras. Ahí arriba, en lo que en algún tiempo fuera palomar, ha ido guardando piezas de todo tipo, encontradas muchas veces por casualidad, o escarbando la tierra con ojo avezado. Juan fue facultativo de minas, esto debió de abrirle el ojo a la historia de la materia que nos aparece como inerte. Trabajó en los yacimientos de la zona para empresas extranjeras, así que hable francés y no pierda ocasión de ponerlo en práctica. Ahí arriba, bajo una cubierta de vigas de madera en disposición circular continua –a la portuguesa-, como si de una nave invertida se tratase, se disponen mesas con infinidad de guijarros, trozos de vasijas, ingenios del campo. Una suerte de nave varada que parece atesorar lo que queda de Tartessos. Y con cada pieza se desvela una historia encantadora, y desde ella reconstruye la genealogía que desencadena su forma. Un canto rodado de caras planas, con un agujero taladrado, lo acerca a su ojo y muestra el gesto que da vida a esa piedra: un prehistórico protector del ojo para trabajos peligrosos. Juan ríe contagiosamente todo el tiempo mientras habla, arrastrando también las letras de las palabras, desvelando en el sonido sus mutaciones. Al reir lo que cuenta vuelve a tomar presencia. Todo el pasado es presente. Ha perseguido el origen de las palabras populares, y esas palabras derivadas -como un juego de palabras encadenadas- desatan también una inmensa risa. El tiempo da risa. En la penumbra de esta casa entre patios cobra vida toda la historia de este pueblo y sus aldeas, todos los vecinos, sus pequeñas historias, todas las casas, todas las piedras. Y todo esto toma la forma de una inmensa carcajada.

Bestias/humanos

Hasta hace pocos años algunos vecinos seguían teniendo bestias en estas majadas y cuadras. La proximidad de éstas a sus casas permitía llevar y traer a los animales. Los pasos que salen hacia la sierra se les llamaba caminos de carne, por allí se transitaba con las bestias, aún hoy sirven a un grupo de cabras y algunos burros y mulas que todavía quedan. En tiempo de la matanza se hacía bajar al guarro desde la majada -junto a la mezquita- por la calle hasta la casa familiar, y allí en algún patio, o a veces en al calle, se sacaban los útiles y toda la familia se ponía manos a la obra. La sangre corría por la pendiente y los críos se ponían delantales y con unas vasijas de corcho recogían las vísceras.

Los pobres engordaban a los guarros por necesidad, los más pudientes lo siguieron haciendo por tradición. Los terratenientes mandaban hacer también la matanza, así pagaban en especies a sus jornaleros.

La calle por la que bajaban los animales al pueblo atraviesa la plaza del ayuntamiento, y a medio camino -en el recodo- vive Miguel. La fachada de su casa se presenta como anuncio de una idea. El muro encalado se asienta sobre un afloramiento de rocas que sobrepasa el nivel de la calle. Este desnivel rocoso invade también el suelo de la planta baja de su casa. Las calles han tratado de someter estas erupciones, pero hay recodos donde este relieve atraviesa la capa de lo visible e irrumpe en la superficie con fuerza.

Miguel se levanta antes que el sol, las mañanas las pasa en una tierra ladera abajo donde tiene una cabaña de piedra, un caballo enorme, unos guarros y una huerta asilvestrada. A estos refugios por aquí los llaman montes, como si esta pequeña construcción acumulara en sí la fuerza que de otra forma se desparramaría por la ladera. Después a mediodía deshace el trayecto que le separa una hora de su casa, sube con leña y algo de la huerta para comer. Nada más comer sube ladera arriba a otro hermoso terreno de alcornocal, desde ahí arriba se ve el pueblo. Desde todos estos terrenos se abre el paisaje al horizonte lejano, cuenta así Miguel como para él es igual de importante la calidad de la tierra que el horizonte que es posible contemplar desde ella.  Fue comprando las terrazas que lo forman poco a poco, escalando así por tramos ladera arriba, en cada nivel fue haciendo más refugios, los montes. No ahorró nunca dinero, no le sirve para nada. De vez en cuando recuerda que a él no le hace falta nada, así que no guarda dinero. Por estos montes de arriba tiene un grupo de cabras. Una de ellas ha sido alcanzada en una pata por la flecha de un furtivo,  va a cuidarla todas las tardes, es la más bella de sus cabras. La de los cuernos ondulados como columnas salomónicas. Le da comida y le vaporiza un desinfectante azulado que contrasta con su pelo cobrizo.

La casa  donde vive fue levantándola poco a poco. Un hermoso suelo hidráulico, tres pequeñísimas estancias, una enorme chimenea. Una parte del doblao la tiene a modo de secadero, allí almacena y seca las semillas, y guarda colgados los mejores aparejos de tela de su padre. Dicen que Miguel es el último talabartero de por aquí. Siguió el quehacer familiar, trabajó con sus burros y sus mulas allí donde se necesitaba arar o cargar con materiales. Siguió también el arte de los aparejos. Utensilios que median entre el humano y las bestias, entre las bestias y la tierra. Hace algunos años que comenzó a pintar. Muchas veces copia algún cuadro y utiliza el óleo. Cuando no copia prefiere un cuaderno, un lápiz, y dibuja antes de acostarse, con la televisión puesta. Dibuja las cosas que mejor conoce. Las láminas son una suerte de bestiario. Pájaros en distintas actitudes, burros en escorzo, cabras caminando, y zorros al acecho sorprendidos de vez en cuando por algún humano. Cada lámina es el alzado de una situación que se desarrolla en el tiempo.  Miguel habla siempre con voz pausada, parecido a un murmullo, sus manos le acompañan cuando habla y acaban sus frases acercándose a su rostro con un adorno, un suave giro de muñeca que termina por desenvolver hacia afuera una parte del sentido. A Miguel se le conoce como El Pajarito.

 

segunda crónica desde Serbia

Son las 18h y la luz del día casí se acaba aquí en Leskovac. Decidimos a dar una vuelta por la ciudad. Caminamos al lado del rio. “Tiene un bonito destartalado”. “Que es destartalado? Un tipo de bonito?”. “Si. Destartalado es un tipo de bonito”. Esta lloviendo ligeramente y se esta oscureciendo. Cruzamos el pequeño rio y nos encontramos al lado del mercado que esta totalmente desierto. Desde dentro vemos una figura de pie al lado de una habitación iluminada. Nos llama para acercarnos “Aide! Aide!”. Lo reconocemos. Es un hombre que trabaja ahí, la primera persona con quien hemos hablado el día anterior. Nos invita a un cafe de polvos en el despacho en la parte interior del mercado. Todo tiene este bonito destartalado. Nos empieza a explicar cosas halucinantes sobre la zona: Sobre su abuela que hace muchas cosas con hierbas medicinales, sobre un pueblo que se dedica totalmente al cultivo del pimiento y que tienes todas las casas decoradas por fuera con pimientos secos, todo el pueblo rojo. Nos enseña un video de un hombre Roma haciendo una fiesta, bailando sobre una tumba (el muerto pidio una fiesta de baile en su entierro en lugar de un cura o un imam), y sigue y sigue. Ahí estamos en un mercado cerrado, en un despacho que solo tiene un escritorio de formica, el color dominante es un verde/azul/turqueza (las paredes, muchos de los puestos del mercado). Fuera esta lloviendo.

Hace pocas horas estabamos en este mismo mercado haciendo conservas fermentadas en salmuera: de cebolla, brocoli, puerros. Hablando con Neda que nos esta ayudando, con su madre que pasó a visitar, con muchos de los vendedores del mercado que pasan a ver que hacen un grupo de frikis bordando y cocinando ahí, que venden…

primera crónica desde Serbia

 

“Por suerte perdí mi brazo en la guerra. Si no no nos hubieramos conocido y no estaríamos aquí disrutando esta cena juntos”. Miki es un veterano de las guerras de los Balkanes. Perdió la mitad de su brazo por un disparó de bazooka en la frente de Croacia en 93. Estamos asentados con el y un par de amigos suyos en el “Etno – restaurante” de Leskovatz, una ciudad del sur de Serbia. Al llegar, después de un viaje de 5 horas en autobus, a las 6 de la mañana, fuimos directamente al mercado de la ciudad, donde vamos a abrir un puesto a partir de mañana. Nos dió la oportunidad de ver a los vendedores montando sus puestos, todavía a oscuras. Hay muchas verduras frescas, unos puerros grandisimos, manzanas que hacen muy buena pinta y pimientos, muchos muchisimos pimientos. Después de una vuelta por el mercado fuimos a un “Burek” a comer burek y tomar cafe. Ahí al hablar con los trabajadores, nos dejaron a subir y ver como se hace el burek con queso, convirtiendo una masa a una hoja muy fina, poniendo capa tras capa de de ella, con grasa, queso fresco, convirtiéndolo todo a una forma de pastel.

Nuestra estancia en Serbia comenzó al principio del mes, en Belgrado, donde hemos pasado mas que una semana montando cada día un puesto en el mercado de Kalenic. Ahí hemos hecho una variedad de experimentos fermentados (muchos de ellos con col), locales y exóticos, conociendo poco a poco a los vendedores al rededor nuestro, bordando nuestras experiencias, las expresiones divertidas que aprendemos en Serbio y las recetas que aprendimos en el mismo mantel (ya muy manchado) que hemos empezado en Villarrubia. Poco a poco iremos rellenando nuestras experiencias de esta primera estancia en Belgrado, escribiéndolas en este blog. Pero hoy estamos con Miki, en Leskovetz. A Miki lo conocimos en Belgrado la semana pasada. Participa en una experiencia muy interesante de encuentros con veteranos que esta organizando nuestra amiga Noa. Es una persona única. Sonría con los ojos, su cuerpo esta lleno de una energía alegre. Ya ha contado muchisimas veces su historia, como perdió su brazo, las dificultades de después. Es increíble pero lo cuenta todo con humor (a veces un pelín negro), los oyentes sonríen y ríen. Tiene este talento. Ahora estamos con él y con un par de amigos suyos, una pareja que lleva una producción casera de Ajvar, un condimento hecho de pimientos. Quedamos con ellos de ir a su pueblo mañana para ayudarles a pelar pimientos y aprender como lo hacen. Mañana también será nuestro primer día en nuestro puesto en el mercado de Leskovatz. A ver que descubrimos…