reverberación (materiales de viaje V)

PCRN con CAMPO ADENTRO en la GRAN URBE

Nota informativa de la PCRN sobre la jornada de 13 y 14 de diciembre de Campo Adentro en La Casa Encendida de Madrid, publicada originalmente en la web de PCRN:

 

27/12/2011 – Plataforma Ciudadana Refinería No

El pasado miércoles, 14 de diciembre de 2011, estuvimos en La Casa Encendida de Madrid acompañando a nuestro amigo Isaías Griñolo en la presentación de su trabajo reverberación para el proyecto Campo Adentro.

Como ya sabéis, Isaías llegó a nosotros con el objetivo de mezclarse durante más de dos meses y crear una obra artística sobre la realidad del mundo rural en el que se ha integrado. Si queréis haceros una idea del proceso seguido por el artista, podéis consultar el blog que ha ido elaborando para el proyecto, una buena forma de aterrizar en una problemática que ha generado, por ahora, siete años de intensa actividad reivindicativa y ciudadana.

Nos presentamos a la cita con las incertidumbres que se crean por la propia experiencia vivida, sobretodo al contemplar las contradicciones que para nosotros el propio proyecto aparenta presentar, como es el hecho de ser una iniciativa en la que participan el Ministerio de Medio Ambiente y el Ministerio de Cultura entre otros organismos oficiales, o el hecho de ser “La Casa Encendida” de Caja Madrid, la institución que acogió la jornada de presentación el 13 y 14 de diciembre… pero, como aprendimos más tarde, “son brechas”… o espacios del “otro” a los que hay que ir para visibilizar nuestra lucha, grietas por las que colarnos desde las que actuar en las posiciones del NO A LA REFINERIA.

Cuando llegamos, nos dirigimos al patio central, un espacio compartimentado para acoger cada día a cinco de los diez proyectos artísticos que esta edición de “Campo Adentro” contempla, un programa de residencias en el medio rural por el que el artista llegó hasta nosotros. Allí estaba Isaías, montando su espacio, ordenando papeles, colocando fotografías, camisetas, carteles, folletos, banderas, pancartas, una pequeña proyección con montajes y hasta un buen pedazo de chapapote recogido recientemente en una de la playas del entorno de Doñana… un mojón negro de petróleo (de unos 10 ó 15 kilos) que después supimos era uno de los que salen en las costas de Doñana a causa de la rotura de la monoboya de Cepsa de 2009.

Frente al resto de creaciones artística, ésta parecía un tenderete, algo que los críticos artísticos más ortodoxos despreciarían como arte al no ser una obra de enmarcar o colocar en una rotonda. Pero esta obra, llamada reverberación, pretende plasmar los ecos, los sonidos, aquéllo que queda de nuestra historia antirefinera. Como dice el propio Isaías:

“mostrar los restos de la batalla… la reciente historia de Tierra de Barros que, algunos, desde el poder, se empeñan en no contar… materiales cuyo destino debe ser los archivos municipales de los pueblos que han luchado para que su tierra siga libre del monstruo refinero”.

Durante la mañana ayudamos a terminar de colocar los materiales. Mientras, no cesaba el devenir personas que se acercaban a contemplar todas las obras. Observé que quienes paraban en el espacio de reverberación, hacían un pequeño recorrido por nuestra historia y se llevaba una idea completa de la problemática acontecida en nuestro entorno (refinería, tubo de petróleo, imputados, abuso de poder, depredación empresarial, caciquismo, propaganda mediática, acción ciudadana…) algo nada fácil de realizar, debido a la cantidad de hechos y actuaciones acontecidas durante todo este tiempo.

Después de comer y disfrutar de un corto receso, aprovechamos para quedar con amigos y compañeros de la lucha antirefinera, nos dirigimos a nuestro espacio para recibir a los visitantes y atenderlos en todas las cuestiones que plantearan. Numerosas, variadas y enriquecedoras fueron las conversaciones que se generaron en ese tiempo programado, pues se compartieron experiencias e ideas.

La jornada se cerraba con una presentación de las obras y un debate, a modo de mesa redonda entre los organizadores del proyecto, varios catedráticos del mundo artístico, los creadores residentes, los colectivos de acogida y con la participación final del público asistente en general.

Fue rico y diverso el debate que allí se generó, pero sin duda, el ejemplo de la situación de Caja Madrid en Refinería Balboa y su doble juego con obras como La Casa Encendida, centró el devenir final de la conversación. “El arte desvirtúa la política” fue la frase que hizo condicionar el resto del encuentro. Visiones conceptuales artísticas se mezclaban con las experiencias vividas, generando un diálogo muy interesante que por desgracia se vio limitado por el tiempo disponible, aunque imaginamos que serán los organizadores quienes profundicen en lo allí tratado en esta primera jornada de presentación de Campo Adentro.

Un pequeño concierto acompañado de una copa de vino (nuestro ecológico de la cooperativa CAVE se sirvió junto a uno de Ribera del Duero y por lo que pudimos observar triunfaron en el paladar del público), fueron el broche final a las jornadas de Campo Adentro. Multitud de asistentes aprovecharon el ambiente distendido para felicitar a Isaías por plasmar la lucha de la Plataforma Ciudadana Refinería NO y a la vez que mostrar su apoyo a nuestro colectivo. El público se interesó por el estado actual del proyecto refinero, así como por la situación de los imputados.

Queremos agradecer a la organización de Campo Adentro su acogida en este proyecto, una iniciativa que consideramos vital para el análisis de la problemática del mundo rural desde un punto de vista artístico, y a Isaías por su entrega, trabajo y afecto para con todos nosotros.

 

Algunas señales

Este recorrido extramuros por viejas cabañas, montes y animales comenzó con una invitación de Campoadentro y una localización en el pueblo de Almonaster la Real -en la Sierra de Aracena. Pensé que ante esa invitación abierta -sin motivo previo ni lugar-  lo mejor sería trabajar por alguna necesidad que se diera en el pueblo, trabajar para resolver la necesidad pero también para tomarla como punto de partida real desde el que pensar en algunos asuntos planteados en las cuestiones lanzadas por Campoadentro. Esa necesidad concreta no apareció ni se encontró, así llegué por primera vez al pueblo tratando de dar con las señales de un trabajo posible. El encuentro con el grupo de construcciones abandonadas del cerro de la mezquita tomó rápidamente sentido, la extrañeza y naturalidad de su posición, sus formas y medidas, daban cuenta de una profundidad trabada en el tiempo.

Se ha tratado este tiempo de algo así como estar atento, se ha tratado entonces más de estar que de ser. Hacer del proyecto una escucha más que una propuesta, poder darle un poco de tiempo a todo para que se pudiera formar una suerte de relato. Y en paralelo a este relato comenzaron a aparecer señales por todas partes. El trabajo trata también de decantar algunas de ellas.

La tabla de Fra Angélico -Thébaïde- está pensando en un lugar similar al de esta propuesta. Su visión hace avanzar sustancialmente ésta. Presenta una situación de extraña sintonía, las laderas de un monte,  y pequeñas construcciones diferentes pero atravesadas por ese mismo impulso común, caminos y animales; los eremitas pueblan este monte, cada uno es diferente. Acercándonos vemos cómo ordeñan una cierva, o dan la mano a un osezno, los animales comparten el espacio. El eremita trae consigo la idea de soledad, pero también el encuentro real con las cosas mismas, estos eremitas están en el mundo con toda su completud,  solos pero en compañia, todo alrededor contiene la misma importancia, todo se acompaña.

He dibujado varias veces la situación del cerro para entenderla y ver cómo estas construcciones se enlazan y a su vez son indivisibles de la mezquita y plaza de toros. Son parte del antiguo poblado medieval, pegadas a la muralla en extramuros,  sus piedras se han montado y desmontado en varias formas diferentes desde su fundación, pero eso no se cuenta en ningún mapa. En estos primeros dibujos de cuaderno se constata lo que hay, y parece que sea ya suficiente, el proyecto es entonces una lectura atenta, la toma de conciencia del mecanismo que aquí está en marcha. Estas construcciones, algunas más o menos caídas, otras sin cubiertas, son hermosas ya, tal y como están, no hay ningún retoque sobre ellas, son un extraño encuentro entre lo salvaje y lo meditado. Ofrecen la posibilidad de un paseo de señales, un lugar arqueológico, sin cartelas, sin luces, sin museo.

Cuando el pasado está tomado por la organización del poder y su aparato estas cosas es lo que nos queda como arqueología a los pobres, esto es lo que podemos investigar, decía Ángel, un apasionado antropólogo de las trincheras de la guerra y de los mojones de la caminería medieval. Arqueología de la pobreza.

A uno le dan ganas de irse a vivir allí al cerro.

Si acaso se podría tratar de concretar una operación de síntesis, un ensayo. Qué forma construída sería posible a partir del relato, de lo que se ha ido vinculando poco a poco en este cuaderno. Una operación posible sería la de levantar una cubierta, pero no tanto para habilitar un espacio, sino una cubierta que sobrevolara por encima de algunas de estas estancias dando a ver las relación que las atraviesa, haciendo aun más conjunto, dando a ver la extraña comunidad. Quizá la materia de la cubierta pueda registrar la forma de la vida que allí se dió. Sería bonita la idea de volver a traer a los animales al cerro,  que corrieran de nuevo y descansaran entre esas construcciones humanas. El lugar tomado por todas esas testuces, el registro de las testuces: el lugar donde poder poner la mano también si acaso un humano, la superficie de contacto del encuentro posible.

Imagino al cro-magnon moldeando el cuerpo del animal sobre la piedra irregular. Esa gruta es en realidad un pasaje, y no el refugio de los humanos frente a las bestias. La Grotte Chauvet era el refugio del oso cavernario y de otras fieras, sus pisadas y zarpas están marcadas por toda la roca. A esa misma gruta entraba el cro-magnon y trazaba con carbón un relato de bestias, no sabemos si aprovecharía su ausencia o cómo lo lograría. Las figuras marcadas sobre la piedra están encadenadas en su movimiento, recorren la gruta más de cuatrocientas figuras y dieciseis especies, como un desplegado de los contactos de Muybridge. Protocine.

Cuentan que en el Paleolítico se daban dos fenómenos que conducían toda la actividad del cro-magnon, eran la  permeabilidad y la fluidez, asi han denominado a la capacidad del espíritu para pasar de unos seres a otros y a su vez a lo que hoy llamamos inerte.

 

En este tiempo también hemos estado investigando sobre moldeos, prototipado de  formas hechas con espuma.  Es inevitable pensar en el trabajo que está haciendo Leticia con todo esto. Tratar de dar con una forma del movimiento, trazando catenarias, y encofrando la espuma con algo fungible.

Habíamos subido juntos al cerro ya varias veces -Angelita, Eloy y Miguel-, quienes entre otros han dado forma a este relato. Ellos son algunos de los muchos vecinos que legalmente poseen estas viejas cabañas, pero no su tierra, suelo que hoy se llama público. La ley decía: el que coloca las piedras adquiere el derecho. Esta situación guarda una posibilidad: releer la situación desde la idea de tierra comunal. Esta última vez subimos con unas lonas grandes, unos palos y bastantes aparejos, también con una colección de las fotos que han ido formando este relato. Hicimos pruebas de resistencia y de medida. El paseo de una cubierta que se movía por todo aquello sostenida por varias manos, y extendiéndose sobre los recintos medio en ruinas acogía en el mismo gesto el recuerdo de lo que aquello había sido y de lo que ahora se barrunta.

Quizá se pueda hacer un cine. Una imagen fugaz, una superficie de cuerpos en movimiento. Carne y piedra. Quizá se pueda aprender de lo que encierran los aparejos, de todas esas casas de los vecinos,  de los dibujos de este relato hechos por varias manos. Algo que devuelva alguna forma material a todas estas señales.

Carne y piedra

El trabajo siguió tratando de encontrar qué tipo de relaciones habían sido capaces de establecer estos vecinos y los animales. Este toro recibía la visita de Dulce todas las tarde, Romualda sonríe junto a los cerdos. No quedan muchas fotos en las casas, hubo una costumbre extendida de quemar las imágenes propias  cuando uno sentía de cerca la muerte, Gregoria, que tiene más de noventa años, atiza el fuego de la lumbre, hace ya muchos años que quemó en esa candela sus fotos, no fuera luego a hacer alguien algo con ellas cuando ella faltase. Esta constumbre quizá comenzó en medio de la guerra civil, muchos vecinos fueron represaliados y las imágenes guardadas eran una fuente de problemas, así que las empezaron a quemar.

Abre Sennet su trabajo Carne y Piedra: He intentado comprender cómo estos problemas relacionados con el cuerpo han encontrado expresión en la arquitectura, en la planificación urbana y en la práctica de la misma. (…) El cuerpo se mueve pasivamente, desensibilizado en el espacio, hacia destinos situados en una geografía urbana fragmentada y discontínua. (…) Hoy en día, el orden siginfica falta de contacto. Intenta comprender cómo esa promesa se ha hecho y se ha roto en un lugar concreto: la ciudad.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En lo alto del cerro muchas de las cuadras y majadas están llenas de cosas, trastos viejos, o pequeños tesoros. Miguel saca de la oscuridad una piedra, a simple vista no parece particular, mientras le pasa la mano por encima va contando cómo se la encontró allí enterrada al remover la tierra para abrir un cortafuegos. La piedra tiene dos lados, separados por un borde bien delineado. Le da una palmada fuerte en la cara superior y nos advierte que es una testuz,  con el arranque de las orejas en la línea de borde. La testuz es la frente en los burros y caballos y la nuca en otros animales como el toro, es la parte más expuesta al contacto de la mano humana.

Pasé una noche por delante del pequeño matadero, las puertas estaban abiertas y la luz encendida. La entrada estaba llena de cazadores, en medio de un charco de sangre arrastraban cuerpos de jabalí y de ciervo, a éstos les costaba voltearlos, agarrándoles de las patas delanteras, haciendo un pequeño baile antes de cortarles la cabeza. En medio de esta escena lo que más sorprendía eran los ojos abiertos de todos esos animales, los ojos de lo salvaje por los que antes entraba lo abierto tenían la apertura vacía, relajada, después del instante preciso en que un cuerpo es abandonado por el impulso vital, y expira. Había un gran silencio, el olor era fuerte. Los jabalís colgados humeaban vapor todavía.

Toda la tierra por aquí está en pendiente, las pequeñas construcciones que puntean la tierra se les llama montes, -aquellas que parecen recoger y guardar la energía que de otra manera se desparramaría por la ladera- , salir a esos bosques de caza y volver con lo que circula y corre por ellos se llama montería.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Aparejos. Mediaciones

Pienso en el significado de aparejo, y en cómo guarda consigo la idea de dispositivo de mediación. Son los palos y las velas que se exponen al viento para ponerse en movimiento, son también los utensilios de pesca. En construcción son las disposiciones y  la traba de los materiales para sostener una estructura. El talabartero moldea y cose aparejos en tela que se adaptan a la cabeza o al lomo de las bestias para cargar, arar o montar al animal. Le he pedido a Miguel que me cuente cómo se cosen y se colocan los aparejos, para explicármelo se los ha puesto encima de su cuerpo, me ha sorprendido el espacio vacío entre el aparejo y su rostro, ese vacío es la distancia que le separa del burro, pero en ese instante había algo que les aproximaba. Los aparejos median entre el humano y el animal. Luego son los aperos los que voltearán los surcos, así que éstos medien entre el animal y la tierra. Qué dificil le resulta al humano el encuentro directo con las cosas. Espectadores, siempre a distancia del espectáculo, percibiendo el mundo ya interpretado, pero jamás lo abierto.

Hablo con un amigo del deseo de tener algún animal con el que salir a nadar, quizás un visón sea algo no demasiado extravagante. Parece que de este modo pudiéramos prolongar nuestra sensibilidad en el otro cuerpo, casi sentir la motricidad y la viveza de la que carecemos. Eso ocurre en cierta forma al ver volar a las aves, aunque no las poseamos. Los animales se han representado antiguamente siempre de perfil, en la dirección de su forma, de su avance, como un vector, un canal; parece ser que antes era bien extendida la idea de que eran vehículos para conectar con la naturaleza. En unas cartas que escribió Rilke en su estancia en España se da cuenta de lo fácil que nos resulta captar en nuestro interior la voz de los pájaros, hasta hacer posible que el mundo entero se torne en nosotros espacio interior, porque sentimos que el pájaro no hace distinción entre el corazón suyo y el corazón del mundo. Son tan diferentes los efectos con el medio que hablar de los animales es tanto como no haber definido nada. Las clasificaciones de la ciencia han conseguido la racionalización de aquello que nos cuestiona, alejándolo, neutralizándolo. Destinados así a los placeres de la caza, la equitación o la cocina. Frente a esto cabría hacerse la pregunta de si es posible establecer algún tipo de relación más justa con los animales, menos engañosa y desequilibrada. Cabría también preguntarse si es posible hacer de nuestro entorno un lugar más conectado con lo abierto. Si algo de las formas que nos rodean – aquellas que construimos- puede aprehender de ese otro algo animal.

Si ese animal que seguro avanza hacia nosotros
en otra dirección tuviera una conciencia como la nuestra
nos haría cambiar de rumbo con su transformación.
Pero para él su ser es infinito,
incontrolado y sin visión de su propio estado,
puro, al igual que su mirada hacia delante.
Y donde nosotros vemos futuro, ahí él lo ve todo
y se ve en todo y a salvo para siempre.

reverberación (materiales del territorio V)

LEVIATÁN en EXTREMADURA II


¡qué diablos! no lo llaméis oleoducto tan siquiera,

no vaya alguien a creerse que eso de ‘óleo’

tiene algo que ver con el rico y santo aceite de los olivos,

sino ‘tubo de petróleo’

Agustín García Calvo

 

Quizá, la mayor arma de destrucción masiva que hoy tiene el poder sea la información que, como adormidera, nos suministra a través de sus medios de comunicación. Agustín García Calvo los llama de “desinformación”. Desde hace ya años, creo que la matización es del todo acertada, y además cuando se trata de megaproyectos esa arma tiene infinidad de ramificaciones.

Los materiales que siguen son dos lecciones del admirado profesor, herramientas que deben servir para ese necesario trabajo diario de desmontaje del lenguaje de quienes quieren poner la Refinería Balboa. Trabajos de vaciamiento que día a día debo ir metiendo en reverberación.

El primero es un extracto de un video que circula por internet sobre el discurso que Agustín García Calvo dio el 26 de mayo de 2011 en la Puerta del Sol; el segundo es un revelador texto sobre la palabra OLEODUCTO, texto que escribió para alentar a la gente que lucha en Tierra de Barros contra el monstruo refinero.

 

1.- EL LENGUAJE

 

2.- TUBO DE PETRÓLEO

Protestas domesticadas

Agustín García Calvo

 

Y así también vosotros, amigos de la Tierra de Barros, que la riqueza de vuestras tierras, vinos, industrias y artes que de ahí salgan es, desde luego, mucho más cierta que la que los consorcios petrolíferos os prometen por dejaros atravesar en línea recta, y que el agua preciosa de vuestros cultivos se dedique a refrescar los calentamientos de una refinería…

Son unos avisos para las gentes todavía vivas, cada vez más numerosas a pesar de todo, que sienten en sus carnes el destrozo y la paste de tierras y vida que produce este régimen al servicio del movimiento del dinero, pero que luego, por el afán mismo de que su protesta sea realista y de demostrar que están al tanto, se ven obligados a adoptar el lenguaje de los Medios y de la Ciencia que sirve al Régimen, con lo cual han conseguido ya que la propuesta quede asimilada a la corriente informativa dominante y pierda la viveza y furia del dolor y la indignación de que nacía.

Al que no le basta con sentir la miseria de la condena a la gasolina y a la autopista con que nos cargan, ahí mismo, en campos y ciudades, y tiene que acudir, para levantarse contra ella, al estudio de lo que el empleo de combustibles fósiles pueda influir, allá en los polos y el día de mañana, en el calentamiento de la atmósfera, ése se ha alejado de la indignación elemental y común que declara que el automóvil y su reata de consecuencias es un error y la gran plaga del siglo, y que no tienes que acudir a la Alta Información para darte cuenta de eso, porque está ahí ante tus narices y a la puerta de tu casa, y lo que eso pueda hacer con el cambio climático no es más que una floritura de lo que está haciendo ahí cerca y hoy mismo.

Lo mismo, si uno adopta inocentemente el Desarrollo Sostenible, ya con eso está abriendo entrada al enemigo (al gran dinero, enemigo de la gente), y está queriéndose olvidar de lo que eso que le queda de pueblo le dice en el corazón: que el Desarrollo tan sólo al Capital le hace falta para sostenerse y seguir con su obra funesta, y para la gente viva el Desarrollo, sin más apellido, es insoportable y distribuidor de muerte para los pueblos y las vidas.

Quien se entretiene discutiendo sobre un nuevo Plan de Educación de niños y muchachos y la noción de ‘ciudadanía’ remplazando a la ‘religión’, lo que está haciendo es colaborar (aunque sea sin darse cuenta, hombre) con la labor pedagógica y mortífera del Poder, ya que con ello distrae la atención y la ira de lo que cualquier ganapán o cualquier infeliz rapaz percibe: que en lo que ha de consistir el Nuevo Plan de Educación (llámese como quiera) es en conseguir que todos los educandos de la Superior a la Primaria tengan un ordenador personal para cada uno.

Y así también vosotros, amigos de la Tierra de Barros, más vale que no tiréis por el camino de defender vuestras tierras, los ricos vinos que estabais estos años haciendo nacer de ellas, vuestros pueblos y vuestras vidas o costumbres, con argumentos ecológicos y sensatos y ni siquiera económicos (que la riqueza de vuestras tierras, vinos, industrias y artes que de ahí salgan es, desde luego, mucho más cierta que la que los consorcios petrolíferos os prometen por dejaros atravesar en línea recta, y que el agua preciosa de vuestros cultivos se dedique a refrescar los calentamientos de una refinería), porque, si lo hacéis así, parecerá que estáis respetando la necesidad superior de ese oleoducto o de que haya oleoductos en el mundo: NO. En ésto no hay más defensa que el ataque: descubrir y declarar que eso del… (¡qué diablos! no lo llaméis oleoducto tan siquiera, no vaya alguien a creerse que eso de ‘óleo’ tiene algo que ver con el rico y santo aceite de los olivos, sino ‘tubo de petróleo’ o algo peor aún), que eso sólo es una necesidad para el Poder y la Empresa que ponga su fe en eso, pero que a las tierras, las gentes y las vidas no les hace falta para nada.

Negaros a creer en el Futuro que os quieren imponer como irremediable: lo demás, como se dice en el evangelio, se da por añadidura. (1)

 

Notas:

1.- Texto encontrado en: www.kaosenlared.net/noticia/extremadura-protestas-domesticadas

2.- Si quieres más textos de Agustín García Calvo puedes encontralos en:

http://www.editoriallucina.es/cms/agustin-garcia-calvo.html

Elegías. Lo abierto.

La distancia entre el humano y el animal se alarga cada vez más. Los habitantes de la ciudad han eliminado poco a poco a los otros seres que aun toleran nuestra presencia, sienten así una orgullosa repugnancia hacia las palomas. Benditas criaturas salvajes que osan permanecer y desafían con sus movimientos la ciudad planificada. La división jeráquica primera que dibuja al homo como una animal rationale, por encima los dioses, por abajo, los animales, continúa después estableciendo otras diferencias, como las de los hombres y las mujeres, los adultos y los niños, los civilizados y los salvajes.

La entrada a este jardín se abre a un mosaico circular rodeado de vegetación exhuberante; entretejido con árboles y trepadoras se aprecia una estructura calada que serpentea por el jardín tomando formas diversas, su interior está lleno de aves y en los tramos más grandes del aviario hay espacio suficiente para volar. En los pueblos el encuentro con el alma animal también se va reduciendo, Paco va resolviendo esta ausencia construyendo espacios donde compartir su tiempo con los cantos de los pájaros. La pobreza le abrió la inventiva, de ahí que haya ido ideando formas autoconstruídas, comenzó dibujando formas con el empedrado, ha seguido cubriendo así muchas de las calles de estos pueblos. Durante muchos años como casi todos aquí tuvo cabras, levantó para sus animales, entre las peñas, una hermosa cabaña a base de madera y chapa de bidones. Ya no vive de estos animales, pero no ha podido evitar traer algunas cabras serranas a esta cabaña, blancas y de cuernos contorneados, con ellas pasa cada día gran parte de la tarde.

Quedan algunos signos de presencia animal; recogidos en diferentes formas, dispersos aquí y allá; algunos puros, otros interpretados por el humano. Contienen esas formas algo del presente pleno. Rilke revela todo esto sin elevar la voz, la octava Elegía de Duino merodea esta intuición. Los humanos captamos en los ojos de su cara la presencia de lo abierto, y gracias a esta hondura de su semblante podemos saber lo que hay afuera, más allá de nuestra conciencia y del espacio acotado que demarca.

 

Con todos sus ojos ve la criatura
lo abierto. Sólo nuestros ojos están
cual trampas en torno a su libre salida.
Lo que hay afuera lo sabemos sólo por el semblante
del animal; porque ya al niño tierno
le damos la vuelta y lo obligamos a mirar hacia atras
lo ya formado y no lo abierto, eso que es
tan profundo en el rostro del animal. Libre de muerte.
A ella solo nosotros la vemos; el animal libre
pues ya desde el principio volteamos al niño
y lo forzamos a que vea de espaldas la creación,.
no lo abierto, que en la mirada animal es tan profundo.
Libre de la muerte. Sólo nosotros la vemos;
el libre animal tiene tras de si su ocaso
y ante si a Dios y, cuando camina, entonces camina
en la eternidad, asi como manan las fuentes.

La presencia de estas formas de lo abierto se va apagando, pero algunas formas salvajes resisten en lo incontrolado. Los vecinos recuerdan como el cerro de la mezquita estuvo hasta hace algunos años lleno de construcciones para animales, las que quedan en pié abren el principio de este trabajo. Recuerdan también cómo los animales ocupaban en lo alto incluso el interior de la muralla, andaban así de modo libre dentro y fuera. Con la luz de la mañana acariciando esa superficie se puede apreciar todavía un manto surcado por una dibujo de caminos, el tejido de malla que forman revela los seres que sobre él han caminado. La superfície de esa tierra recuerda a un mar, el espacio liso más puro, donde no hay bordes sino intensidades. La mirada que lo recorría en otro momento supo ver caminos por todas partes, su carne hizo del monte camino, y ofreció a la tierra aquello que vemos en la profundidad de su mirada, la posibilidad de lo abierto. Caminos de carne.

 

Casas de todos/ la propiedad

Hasta hace no mucho tiempo en Almonaster se daba un fenómeno particular en la estructura de la propiedad y la organización de la vida en el pueblo. La población se repartía diseminada por los montes en una constelación de pequeñas aldeas comunicadas con el núcleo del pueblo por caminos. A pié o en bestias, las distancias son de cuatro  hasta treinta kilómetros. Esta circunstancia propició que los vecinos de estas aldeas formaran pequeñas sociedades y se organizaran para adquirir y mantener una casa en el núcleo del pueblo, una casa comunal para los vecinos de la aldea. Esta costumbre de compartir una casa se fue perdiendo, se vendieron y han sido remodeladas, desapareciendo zaguanes para bestias y multitud de pequeños gestos materiales construídos por la idea de comunidad. Alguna de ellas guarda aún parte de ese espíritu. Estos últimos días los he pasado en la antigua Posada de la aldea del Arroyo -hoy casa de Titín-, por allí siguen pasando hoy singulares vecinos de una extraña aldea, algunos venidos de Rusia, otros abandonando los hábitos y huyendo de la vida de un convento cercano. Se recuerdan todavía muy bien estas antiguas Posadas. Eran casas concurridas, pequeños centros vitales donde se sucedían constantemente acontecimientos. Construcciones sencillas, contaban con varias habitaciones para acoger al que llegaba con alguna urgencia o trámite. Los vecinos de las aldeas llegaban montados en bestias, por lo que la entrada se hacía por un zaguán empedrado, así que estas casas estuvieran preparadas para que los animales pudieran entrar y salir con facilidad y descansar en su interior.

Es curioso como se situaban estas casas comunes dentro de la trama del pueblo, cercanas siempre a la salida natural hacia su aldea de origen, como queriendo señalar con su posición el vínculo que las sostenía, Almonaster era un pequeño parlamento donde se daban cita las dieciseis aldeas, haciendo del casco urbano una suerte de sensible palma de la mano, una miniatura de la extensión habitada más allá en los montes.

Algunos vecinos de Calabazares y La Escalada posan delante de aquella casa comunal que compartían. El momento en el que se produce esta imagen -1936- hace de este pueblo, a su vez, otra miniatura de lo que estaba ocurriendo en el territorio español. El día anterior algunos hombres habían derribado la Cruz del Llano frente a la casa común. Los escombros del pedestal esparcidos por la pendiente sirven de motivo para tomar la foto. Este lugar es uno de los epicentros de la fiesta de las Cruces de Mayo, rituales con un origen pagano bien antiguo que celebraban la naturaleza con bailes y cánticos en torno a árboles y esferas de piedra. El lugar del rito fue cambiando su forma aparente a pedestales y cruces, pero la raiz pagana sigue viva aún. El ocasional derrido del pedestal parece haber desmontado esa forma religiosa, pero también haber devuelto, sin querer, el lugar a las formas de las piedras, su forma más pagana.

En esos días algunos vecinos del pueblo habían constituido lo que se definiría como un comité de defensa de la República, se hablaba de expropiar a los terratenientes las tierras que no usaban y repartirlas entre los más pobres, se hablaba también de crear entre todos cooperativas para labrar fincas comunes, de repartir los frutos y las ganancias, y de otros muchos aspectos que componían la tan famosa revolución. En esos días llegan las noticias del levantamiento de los militares, en casi todos los pueblos de la sierra el Frente Popular había constituido estos comités. Las piezas simbólicas del pueblo cambian de uso, transformando el escenario en una nueva forma de organización, se requisan tierras para su cultivo y se organiza un comedor popular en la ermita del Cristo, la plaza de toros se usa como desolladero para el ganado requisado, la otra pequeña capilla servirá para el comité. El retablo mayor de la Iglesia, tallado en el siglo XV, es abatido. Cuenta alguno que con sus valiosos fragmentos -estructuras de maderos y tallas únicas- se levantó la barricada que pudiera parar la entrada fascista por la Era de la Cuesta.

Qué extraño placer produce imaginar el abatimiento del monumento y la fragmentación por sus vetas más sensibles. Pensarlo desmontado y reconstruído con otro orden nuevo. De la lógica de la composición de superfícies y medio bulto a la lógica del espacio practicado.  El rascacielos de escenas y las figuras preparadas para emitir fulgor van bajando a pie de calle para reorganizarse como un escudo,  mezcándose con los cuerpos mortales, siguiendo así su misma suerte.

reverberación (el círculo que se cierra I)

 

Mientras paseo por la playa en la que Alfonso Gallardo quiere instalar su monoboya para descargar el petróleo que necesita su proyectada Refinería Balboa, pienso en el libro El circulo que se cierra de Barry Commoner (1). Mucho antes de que se hablara de desarrollo sostenible, él fue uno de los primeros en cuestionar críticamente el desarrollo tecnológico de este siglo, también ha sido un sabio guia al conceptualizar la integración entre la ecología y los problemas ambientales generados por la industrialización sin medida de la segunda mitad del siglo XX. Algo que, a día de hoy, sigue siendo el mayor peligro que tenemos sobre nuestras cabezas.

Los aportes de este libro para comprender la problemática generada por el productivismo industrial son tan importantes como las herramientas conceptuales que nos da para comprendernos a nosotros mismos como especie. No deja de maravillarme la simpleza de las cuatro leyes desarrolladas por Commoner.

Mientras camino, no puedo dejar de pensar en las tres tortugas bobas que este verano encontré muertas en esta playa, tampoco se me va de la cabeza las dos ballenas, que también muertas, encontré el pasado año sobre la arena. Analizo la razón esgrimida por los redactores del proyecto de la Refinería Balboa cuando alegan que como ya son 100 los petroleros que acechan a Doñana… pues que más da si se suman otros 100 más a ese banquete de descarga. La rabia y el dolor se apoderan de mi paseo.

Todas esas imágenes se funden en mi cabeza mientras camino. A lo lejos, sobre la mar, los barcos petroleros siguen esperando su turno para ser enchufados a la monoboya de Cepsa. Se diría que el mar lo han tomado como suyo desde 1968.

Gracias a Commoner sé que en la naturaleza no existe el concepto de desecho, también sé que en los procesos industriales lo único que queda al final son desechos. La naturaleza es una compleja red que funciona a través de innumerables ciclos interrelacionados, nutriéndose unos a otros y estabilizándose entre ellos, haciendo que todo sirva para algo.

Los ciclos industriales son lineales, impositivos, no cumplen una función de interrelación con los ciclos naturales, sino que los perturban generando deterioro y contaminación. La legislación dice que se deben hacer evaluaciones de impacto ambiental para tratar de entender los efectos derivados de una nueva industria antes de iniciar un proyecto productivo. Pero con frecuencia, los intereses de unos pocos reduce los estudios de impacto ambiental a un mero formulismo de expertos que miran hacia otro lado, y de nuevo las cosas se hacen a base de parches por aquí y por allá.

Me pregunto ¿Cuánto es suficiente? ¿Cuánto?

Cuando llego a casa busco información sobre las tortugas bobas en Doñana y sobre los petroleros en Mazagón, de nuevo el cinismo de unos y la clarividencia de otros me baja a la realidad del mal que acecha esta costa de tortugas, ballenas y petroleros:

1.- Doñana registra este año la mayor mortandad de tortugas marinas de su historia, con 80 varamientos

Medio Ambiente apuesta por un plan de reintroducción de la tortuga boba en Doñana

Europa Press / 31.10.2010

http://http://www.20minutos.es/noticia/859533/0/

La costa de Doñana ha registrado este año 2010 la mayor mortandad de tortugas marinas desde que se tiene registro en el Espacio Natural, de modo que se han cuantificado 80 varamientos de tortugas en lo que va de año, según ha informado a Europa Press el director del Parque Nacional de Doñana, Juan Carlos Rubio […].

“Gran potencial” como área de cría

El director del Parque Nacional de Doñana ha destacado que la costa de Doñana es “muy interesante” para el control de estas especies marinas, ya que se encuentra “justo en la ruta de migración que une el Atlántico con el Mediterráneo”, por lo que ha apostado por llevar a cabo un plan de reintroducción de la tortuga boba en la zona que permita rebajar su nivel de amenaza […].

2.- El aumento del número de petroleros frente a las playas de Huelva incrementa exponencialmente el riesgo de nuevos vertidos

http://chocotoxico.blogspot.com/2009/08/el-aumento-del-numero-de-petroleros.html

He estado buscando las cuatro leyes de Barry Commoner completas en internet y no las he encontrado. Con la intención de que este documento sea una importante herramienta de análisis en este proyecto, he decidido colgarlas. En mi ánimo está desmontar ese falso mito de seguir a cualquier precio por la senda del “cuánto más mejor”.

3.- Nota de última hora:

El 13 y 14 de diciembre se presentaron los proyectos de Campo Adentro en la casa Encendida de Madrid, a reverberación le tocó el 14, ese mismo día también se reunió el Consejo de Participación de Doñana. El resultado de la esa reunión en Doñana es de gran importancia, por ello he decidido agregar la nota que ahora sigue para que esta entrada sea más completa.

El resumen de esa reunión es este: todos los miembros (salvo los representantes del Ministerio de Medio Ambiente) de ese Consejo de Participación de Doñana han resaltado el peligro que supondrá el oleoducto Balboa sobre Donaña. Los técnicos no se han pronunciado dado que de ellos depende la DIA y en estos momentos ese documento está en sus manos… pendiente del futuro político del Ministerio de Medio Ambiente Medio Rural y Marino.

Lo mejor es que el lector saque sus conclusiones:

El Consejo de Doñana también advierte de los riesgos del oleoducto de Balboa

http://sociedad.elpais.com/sociedad/2011/12/15/actualidad/1323965920_882150.html

En la reunión que ha celebrado hoy este órgano de participación, todos los asistentes (salvo los representantes del Ministerio de Medio Ambiente) han respaldado una propuesta presentada por WWF en la que se apoyan explícitamente “los informes y alegaciones presentadas por la Consejería de Medio Ambiente” a este proyecto, que todavía está tramitando ante el ministerio su Declaración de Impacto Ambiental (DIA). Los miembros del ministerio han preferido no pronunciarse sobre la propuesta de WWF al estar todavía el proyecto en fase de estudio en su departamento.

Los últimos escritos presentados por el departamento de José Juan Díaz Trillo, que ahora respalda también el Consejo de Participación, planteaban bastantes dudas sobre el peligro de este oleoducto por el aumento del tráfico de petroleros. Además, en un informe remitido en abril de este año al Ministerio de Medio Ambiente, la consejería andaluza sostenía que el proyecto no sopesaba bien los riesgos que tendrían unos hipotéticos vertidos para la naturaleza y para actividades económicas como el turismo o la pesca. Tras este informe, los promotores del proyecto acusaron a la Junta y el Gobierno de “falta de voluntad política” para permitir que saliera adelante.

El proyecto está encallado desde hace unos meses. Se empezó a tramitar hace seis años y se suponía que ya estaba en su recta final. Sin embargo, la necesaria Declaración de Impacto Ambiental que debe emitir el ministerio no termina de llegar. Lo previsible es que sea el nuevo Gobierno del PP el que tenga que decidir sobre el polémico proyecto. Sin embargo, los grupos ecologistas han urgido hoy a la todavía ministra Rosa Aguilar a que publique antes de marcharse la DIA.

No es la primera vez que el Consejo de Participación de Doñana se pronuncia sobre el oleoducto. En diciembre de 2008, los ecologistas intentaron también que se rechazara. En aquella ocasión, salió adelante una tibia declaración en la que se pedía que se respetasen los procedimientos legales en la tramitación de la DIA.

La propuesta de hoy no supone tampoco el rechazo explícito al proyecto, pero sí el apoyo a unos informes de la Junta que dudan de forma contundente de su viabilidad. “Es el último clavo para el ataúd para enterrar este proyecto”, ha señalado Juanjo Carmona, miembro de WWF. Lógicamente, los representantes de la Administración autónoma también han apoyado hoy en el consejo la propuesta de WWF. Sería “una contradicción no apoyar este punto”, ha señalado Díaz Trillo antes de la reunión.

 

El circulo que se cierra de Barry Commoner [1]

PRIMERA LEY DE LA ECOLOGÍA:

Todo está relacionado con todo lo demás

Algunas de las pruebas que conducen a esta generalización han sido ya examinadas. Revelan la existencia, en la ecoesfera, de la complicada red de interconexiones entre los diferentes organismos vivos, y entre las poblaciones, especies y organismos individuales, y sus medios fisicoquímicos.

El simple hecho de que un ecosistema se componga de muchas partes relacionadas entre sí, que actúan una sobre otra, tiene algunas consecuencias sorprendentes. Nuestra capacidad de describir el comportamiento de tales sistemas ha recibido considerable ayuda del desarrollo de otra ciencia aún más reciente que la Ecología: la Cibernética. Debemos su concepto básico, y su mismo nombre, a la ingeniosa mente del difunto Norbert Wiener.

La palabra <cibernética> se deriva de un vocablo griego que significa <timonel>; estudia ciclos de acontecimientos que dirigen, o gobiernan, el comportamiento de un sistema. El timonel forma parte de un sistema que también  incluye la brújula, el timón y el barco. Si el barco cambia de rumbo, este cambio se refleja en el movimiento de la aguja de la brújula. Este suceso, al ser observado e interpretado por el timonel, determina otro: el timonel maneja la rueda del gobernante, y el barco vuelve a su rumbo primitivo. Cuando sucede esto, la aguja de la brújula vuelve  a su posición  primitiva, de acuerdo con el rumbo trazado, y se completa el ciclo. Si el timonel hace girar excesivamente la rueda del timón, como reacción a una pequeña desviación de la aguja de la brújula, el excesivo cambio de dirección se manifiesta en la brújula, que indica al timonel que debe corregir su reacción con un movimiento contrario. De tal modo, la operación de este ciclo estabiliza el rumbo del barco.

De manera muy parecida, las relaciones cibernéticas estabilizadoras son integradas en un ciclo ecológico. Observemos, por ejemplo, el ciclo ecológico del agua natural: pez – residuo orgánico – bacterias – putrefacción – productos inorgánicos – algas – pez. Supongamos que, debido a un tiempo estival desacostumbradamente cálido, se produce un rápido crecimiento de las algas. Esto agota la reserva de sustancias nutritivas inorgánicas, de modo que dos sectores del ciclo, las algas y las sustancias nutritivas, se desequilibran, pero en sentidos opuestos. La operación del ciclo ecológico, como la del barco, tarda poco en restablecer el equilibrio. Pues el exceso de algas hace que los peces encuentren más alimentos; con lo cual se reduce la población de algas, aumenta la producción de residuos por parte de los peces y, en definitiva, eleva el nivel de sustancias nutritivas cuando se pudren aquellos residuos. De este modo, los niveles de las algas y de las sustancias alimenticias tienden a recobrar su posición equilibrada. En estos sistemas cibernéticos, el rumbo no se mantiene gracias a un rígido control, sino a la flexibilidad. Así, el barco no sigue una ruta rectilínea, sino que avanza con un movimiento ondulado que se desvía por igual a ambos lados del verdadero rumbo. La frecuencia de estas ondulaciones depende de las velocidades relativas de las diversas fases del ciclo, equivalentes al ritmo con que el barco responde al gobernalle.

Los sistemas ecológicos presentan ciclos similares, aunque éstos son frecuentemente oscurecidos por los efectos de las variaciones diarias o periódicas del tiempo atmosférico y de los agentes del medio ambiente. Los más conocidos ejemplos de estas oscilaciones ecológicas son las fluctuaciones periódicas de las poblaciones de animales apreciados por su piel. Así, los datos proporcionados por los cazadores del Canadá demuestran que las poblaciones de conejos y linces están sujetas a fluctuaciones decenales. Cuando abundan los conejos, los linces prosperan; la creciente población de causa estragos en la población de conejos, y la reduce;  al escasear éstos, faltan conejos para alimentar a los ahora numerosos linces, y al aumentar la mortalidad entre los linces, los conejos son menos perseguidos y aumentan en número. Y así sucesivamente. Estas oscilaciones se producen en la operación de un simple ciclo, en el cual la población de linces está positivamente relacionada con el número de conejos, y la población de conejos está negativamente relacionada con el número de linces.

En un sistema tan oscilante, siempre existe el peligro de que todo el sistema se derrumbe cuando la oscilación se aparta tanto del punto de equilibrio, que el sistema es incapaz de compensarla. Supongamos, por ejemplo, que, en una oscilación particular del ciclo conejo-lince, los linces se comen todos los conejos (o, lo que es igual para el caso, todos menos uno). Ahora, la población de conejos no podrá reproducirse. Como de costumbre, los linces empiezan a morir de hambre al ser consumidos los conejos; pero, esta vez, la disminución del número de linces no va seguida del aumento del número de conejos. Entonces, se extinguen los linces. Y todo el sistema conejo-lince se derrumba.

Esto es parecido al colapso ecológico que acompaña a la llamada “eutrofización”. Si el nivel de las sustancias nutritivas del agua se eleva tanto que estimula el rápido crecimiento de las algas, la densa población de éstas no puede mantenerse, debido a las intrínsecas limitaciones de la eficacia fotosintética. Al aumentar el grueso de la capa de algas del agua, la luz necesaria para la fotosíntesis que llega a las partes más bajas de aquella capa disminuye también con rapidez, de modo que las algas mueren también rápidamente, en gran variedad, dejando residuos orgánicos. Entonces, el nivel de la materia orgánica puede elevarse tanto que su putrefacción consuma el oxígeno contenido en el agua. Las bacterias de la putrefacción mueren a su vez, porque necesitan oxígeno para sobrevivir. Y todo el ciclo acuático se derrumba.

El comportamiento dinámico de un sistema cibernético- por ejemplo, la frecuencia de sus oscilaciones naturales, la velocidad con que responde a los cambios externos y su grado comparativo de operación total- depende de los grados relativos de sus fases constituyentes. En el sistema del barco, la aguja de la brújula oscila en fracciones de segundo; la reacción del timonel requiere unos cuantos segundos, y el barco responde en unos minutos. Estos tiempos diferentes de reacción actúan entre sí y producen, por ejemplo, la característica frecuencia de oscilación del barco alrededor de su verdadero rumbo.

En el ecosistema acuático, cada paso biológico tiene también un tiempo de reacción característico, que depende de los ritmos metabólico y de reproducción de los organismos afectados. El tiempo necesario para reproducir una nueva generación puede ser de varios meses para los peces; de unos días, para las algas, y de unas horas, para las bacterias de la putrefacción. El grado metabólico de estos organismos- es decir, la rapidez con que absorben las sustancias nutritivas, consumen oxígeno o producen residuos- está en relación inversa con su tamaño. Si el grado de metabolismo de un pez es 1, el de algas será de 100, y el de las bacterias, de 10.000.

Si todo el sistema cíclico ha de permanecer equilibrado, el ritmo total debe estar regido por la fase más lenta; en este caso, el crecimiento y el metabolismo del pez. Cualquier efecto externo que obligue a una parte del ciclo a operar más de prisa en relación con el ritmo total, producirá dificultades. Así, por ejemplo, el grado de producción de residuos por el pez determina el grado de putrefacción bacteriana y el de consumo de oxígeno debido a tal putrefacción. En una situación equilibrada, la cantidad de oxígeno producida por las algas y suministrada por el aire son suficientes para mantener a las bacterias de la putrefacción. Pero supongamos que el grado de residuos orgánicos que intervienen en el ciclo es aumentado artificialmente, haciendo, por ejemplo, desembocar una cloaca en la corriente de agua. Ahora, las bacterias de la putrefacción reciben una cantidad de desperdicios orgánicos muchos mayor que la acostumbrada; debido a su rápido metabolismo, pueden actuar velozmente sobre el exceso de suministro orgánico. Como resultado de ello, el consumo de oxígeno por las bacterias puede superar fácilmente la producción de oxígeno por las algas (así como el facilitado por el aire), de modo que el nivel de oxígeno baja hasta cero, y el sistema se derrumba. Vemos, pues que en un estado de equilibrio natural que sólo se mantiene mientras no se produzcan intromisiones externas en el sistema. Cuando un efecto de esta clase tiene su origen fuera del ciclo, no es dominado por las relaciones cíclicas que se rigen por sí mismas, y constituye una amenaza para la estabilidad de todo el sistema.

Los ecosistemas difieren considerablemente en sus libros característicos y, por consiguiente, varían muchísimo en la rapidez con que reaccionan a las situaciones cambiantes o con que se acercan al punto de derrumbamiento. Por ejemplo, los ecosistemas acuáticos giran mucho más de prisa que los ecosistemas del suelo. Así, una hectárea de suelo submarino costero, ricamente poblado, o una hectárea de viveros de peces, producen anualmente una cantidad de materia orgánica siete veces mayor que una hectárea de campos de alfalfa. El tardo giro del ciclo del suelo se debe al ritmo lento de una de sus muchas fases: el desprendimiento de sustancias nutritivas del depósito orgánico del suelo, que se produce con mucha mayor lentitud que en su equivalente de los sistemas acuáticos.

La cantidad de tensión que puede absorber un ecosistema antes de derrumbarse es también resultado de sus diversas interconexiones y de la velocidad relativa de sus reacciones. Cuanto más complejo es un ecosistema, mejor resiste la tensión. Por ejemplo, en el sistema conejo-lince, si los linces tuviesen una fuente alternativa de alimentos, podrían sobrevivir a la súbita extinción de los conejos. De este modo, las ramificaciones -que proporcionan caminos alternativos- aumentan la resistencia a la tensión de los ecosistemas. La mayor parte de éstos son tan complejos, que los ciclos no son simples caminos circulares, sino que se entrecruzan en ellos unos ramales que forman una red o tejido de interconexiones. Como las redes de pesca, en las que cada nudo está unido a otros por varios hilos, esta clase de tejido es más resistente que un simple círculo no ramificado que, si se corta por cualquier punto, se destruye en su totalidad. La contaminación del medio ambiente es frecuentemente señal de que se han cortado lazos ecológicos y de que se ha simplificado artificialmente el ecosistema, haciéndolo más vulnerable a la tensión y al derrumbamiento final.

Las características alimentarias de los ecosistemas originan procesos de ampliación y de intensificación de considerable magnitud. Por ejemplo, el hecho de que, en la cadena alimentaria, los organismos grandes se coman a los pequeños, y aquellos sean devorados por otros aún más grandes, da por inevitable resultado la concentración de ciertos componentes del medio en los cuerpos de los organismos más grandes, que se encuentran en el extremo de la cadena. Los organismos más pequeños tienen siempre ritmos metabólicos mucho más rápidos que los grandes, y por esto, la cantidad de su comida que se oxida es relativamente mayor que la cantidad incorporada al cuerpo del organismo. Como consecuencia de ello, el animal situado en el extremo de la cadena alimentaria depende del consumo de una masa inmensamente mayor de cuerpos de organismos que ocupan lugares más bajos de la escala. Por tanto, toda materia no metabolizada presente en los organismos inferiores de la cadena se concentrará en el cuerpo del que está situado en el extremo superior de ésta. Así, si la concentración de “DDT” (que no se metaboliza fácilmente) en el suelo es de 1 unidad, las lombrices que viven en el suelo alcanzarán una concentración de 10 a 40 unidades, y que el nivel de “DDT” se elevará a unas 200 unidades en las becadas, que comen las lombrices.

Todo esto es consecuencia de un hecho muy sencillo: en los ecosistemas, todo está relacionado con todo lo demás. El sistema es estabilizado por sus propiedades dinámicas autocompensadoras; estas mismas propiedades, si se acentúan demasiado, pueden conducir a un trágico derrumbamiento; la complejidad del tejido ecológico y su velocidad intrínseca de giro determinan hasta dónde puede llegar la tensión, y por cuánto tiempo, sin que aquél se destruya; la red ecológica es amplificadora, de modo que una pequeña perturbación en un lugar puede producir efectos muy grandes, remotos y retardados.

 

Notas:

1.- El circulo que se cierra. Barry Commoner. Ed. Plaza & Janes, Barcelona, 1978.

 


Zona de arrabal

Hombres con monos del mismo color del suelo salen
de una zanja.
Es una zona de transición,
un punto muerto,
ni ciudad ni campo.

Las grúas de construcción en el horizonte quieren dar la gran zancada
pero las campanas no quieren.

Tubos de cemento esparcidos en derrededor lamen la luz con
lenguas secas.

Talleres de hojalata instalados en antiguos graneros.
Las piedras proyectan agudas sombras como objetos sobre la luna.
Y esos lugares son más y más.
Como lo que fue comprado con dinero de Judas: “El campo del artesano
se ha vuelto cementerio para extraños”.

Thomas Tranströmer
Visión Nocturna, 1970