reverberación (materiales de viaje I)

NOTAS DE VIAJE

A modo de introducción

Viajar en bicicleta a lo largo de la serpiente que describe el proyectado Oleoducto Balboa que el Grupo Gallardo quiere construir en las provincias de Huelva, Sevilla y Badajoz.

Salir de Mazagón (Moguer /Huelva) -donde vivo-, para llegar a Villafranca de los Barros (Badajoz), allí me acogerá la Plataforma Ciudadana Refinería NO (PCRN). Serán 250 kilómetros. Mientrás los hago debo trazar la línea de fuga central de este trabajo. Creo que lo más apropiado es proponer como motor de referencia sobre el que gire este proyecto la cita de Tiqqun:

Cuarto círculo

!MÁS SENCILLO, MÁS GUAY, MÁS FLÉXIBLE Y MÁS SEGURO¡

Que no nos vuelvan a hablar de la “ciudad” y el “campo”, y menos aún de su antigua oposición. Lo que se extiende en torno a nosotros no se le parece ni de cerca ni de lejos: es un tapiz urbano único, sin forma ni orden, una zona desolada, indefinida e ilimitada, un continuum mundial de hipercentros museificados y parques naturales, de grandes complejos inmobiliarios e inmensas explotaciones agrícolas, de zonas industriales y urbanizaciones, de casas rurales y bares modernos: la metrópolis. Ha existido efectivamente la ciudad antigua, la ciudad medieval y la ciudad moderna; no hay ciudad metropolitana. La metrópolis requiere la síntesis de todo el territorio. En ella todo cohabita, no tanto geográficamente como por el entramado de sus redes.”

¿Un entramado de redes clientelares?

 

1.- MAZAGÓN y DOÑANA

Miro a la playa y veo los 14 petroleros que esperan descargar su refino en la monoboya de CEPSA, pienso en los que llegarán en caso de que el Grupo Gallardo se salga con la suya, en el momento que el clientelismo permita finalmente la instalación de su Refinería Balboa en Villafranca de los Barros. Si llega ese día,

¿cuántos petroleros serán necesarios?

Mientrás hago esta fotografia, 2 delfines pasan por la orilla camino del mal, intento hablar con ellos y decirles que tomen la dirección contraria… pero mi intento es inútil, no lo consigo.

Me acuerdo del video que una trabajadora polaca puso en internet con un gasero saliendo del mal:

También me acuerdo de la ballena que salió hace poco en esta playa, hice unas fotografias de aquel triste día, pero creo que es mejor ver este video:

Quiero que la gente sepa que Mazagón, donde el Grupo Gallardo piensa atracar sus petroleros, es una playa que forma parte del entorno Doñana:


 

La realidad

Debemos vivir nuestra vida sabiendo cual es la realidad que nos abraza, será mejor utilizar las palabras de Santiago López Petit: “Una realidad que coincide con el capitalismo. Decir realidad capitalista es por tanto redundante. Hoy la realidad se ha hecho capitalista, y no deja nada afuera […].

La identificación entre capitalismo y realidad señala el comienzo de la época global en la que estamos. Esta identifica­ción es la consecuencia de una Gran Transformación iniciada a finales de los años sesenta y dirigida a consumar la derrota política, económica y social de la clase trabajadora, para así poder iniciar un nuevo ciclo de acumulación capitalista. La época global convierte en obsoleto el debate entre modernidad y postmodernidad.”

Proposición I

Nada falta al triunfo de la civilización.
Ni el terror político ni la miseria afectiva.

Ni la esterilidad universal.
El desierto ya no puede crecer más: está en todas partes.
Pero aún puede profundizarse.
Frente a la evidencia de la catástrofe, están los que se
indignan y los que toman nota, los que denuncian y
los que se organizan.

Estamos del lado de los que se organizan.

(de Llamamiento y otros fogonazos, VV.AA.)

 

Caciquismo

El caciquismo es una forma distorsionada de gobierno local donde un líder político tiene un dominio total de una sociedad del ámbito rural expresada como un clientelismo político.

El caciquismo se consolidó en España durante la Restauración (1874-1923). Los caciques se encargaban de controlar los votos de todas las personas con capacidad de voto de su localidad, lo cual era la base de la alternancia política que la Restauración demandaba. Los caciques son personas con poder económico, que cuentan con un séquito (gente que trabajan para él) formado por grupos armados, capaces de intimidar a sus convecinos que saben que si las cosas no transcurren según los deseos del cacique pueden sufrir daños físicos.

El fenómeno caciquil se ilustra perfectamente con la anécdota del cacique de Motril, en la provincia de Granada. Cuando llegó el resultado de las elecciones, se lo llevaron al Casino del pueblo. Lo hojeó y, ante los expectantes correligionarios que lo rodeaban, pronunció las siguientes palabras:

Nosotros, los liberales, estábamos convencidos de que ganaríamos las elecciones. Sin embargo, la voluntad de Dios ha sido otra. Al parecer… hemos sido nosotros, los conservadores, quienes hemos ganado las elecciones.”

Caricatura satírica del semanario La Flaca que ironiza sobre la farsa electoral. Con Sagasta al frente, aparece una comitiva de caciques, sicarios, fuerzas del orden público, campesinos y obreros prisioneros y la manipulación de las papeletas haciendo votar a los muertos.

 

¿Sobreviven hoy estas prácticas en Extremadura?, en caso afirmativo, ¿qué es hoy un grupo armado?

Como lectura de viaje llevo conmigo el librito Humos y Caciques (La Refinería y el clientelismo en Extremadura) de Manuel Cañada. De esta crónica saco algunos apuntes:

Los caciques y Kafka

“Ningún gigantismo (económico) es sometible a la voluntad de la comunidad: reclama una concentración de poder despótico”. Estas palabras, escritas en 1979 por el lúcido y menospreciado Manuel Sacristán a cuenta del vínculo entre las centrales nucleares y el oscurantismo del poder político, adquieren más valor en una región como la extremeña que, más allá de los oropeles de rotondas y autovías, dista mucho aún de haberse sacudido los vasallajes de la larga noche de piedra del caciquismo.

La zorra cambia de pelo, pero no de mañas. El caciquismo se remoza, se viste de profesionalidad burocrática, de “publicidad, igualdad, mérito y capacidad”, de discurso socialdemócrata. Sobre el molde caciquil, de honda raigambre y eficacia demostrada, se edifica la nueva horma del clientelismo. Caciquismo y clientelismo se acoplan con fantástica precisión y, como un trifásico del sistema de dominación política, se combinan y equilibran con las principales corrientes alternas de nuestro tiempo: neoliberalismo, populismo, corporativismo.

Ya no se compran los votos a tres pesetas, como en los tiempos de Romanones. Pero continúa, con medios más sofisticados y “modernos”, la manipulación estratégica y selectiva de la escasez. La solicitud de vivienda o la subvención para el pequeño negocio autónomo penden del hilo del conseguidor; las peonadas del subsidio miserable lo hacen de la magnanimidad del patrón o del alcalde. Pero es una gran equivocación, además de una injusticia, confundir el clientelismo con “el PER”. Hay una enorme ignorancia y mala fe al respecto. En Extremadura hay un PER empresarial (que se chupa más de un  tercio del presupuesto regional), otro PER de propietarios agrícolas (las subvenciones de la PAC y las otras), otro PER cultural (ediciones, premios y becas, subvenciones varias…), y así sucesivamente.

“La sociedad de la Restauración se acostumbró al mundo clientelar: la solicitud de un puesto de trabajo, la rebaja de una multa, la anulación de un traslado de destino, la petición de un pequeño aumento de salario, la publicación de un libro y toda la larga casuística de reclamaciones e intereses que se pueda imaginar buscaron el favor privado gestionado por un notable como vía de representación”. ¿Sólo describen pasado estas palabras? “Quien tiene padrino se bautiza”, se sigue repitiendo incansablemente en la Extremadura de hoy, como una salmodia imperecedera de la injusticia institucionalizada y de la resignación.

El clientelismo de nuestro tiempo sigue marcado, en lo fundamental, por los rasgos de capilaridad y por la degradación del derecho en favor. La organización clientelar tiene conciencia de “sistema” que lo abarca casi todo; cada nervio se sabe componente del tejido, de la tupida malla de las dependencias. El empresario hotelero que opta a subvenciones de la Junta debe pensárselo dos veces antes de adherirse a la protesta contra las térmicas; la secretaria del secretario general técnico quizás ha sido demasiado impulsiva al manifestar sus deseos de asistir a la manifestación contra la refinería y debería refrenar sus libertinas pulsiones ecologistas…

“Desde los negocios que representan millones de pesetas hasta el estanco o la cartería de la más insignificante aldea, desde la mitra de una diócesis hasta el último juzgado municipal, desde la presidencia de los tribunales más respetables hasta la humilde portería, todo queda a disposición de los caciques, que son, más que los ministros y directores generales, los que gobiernan la nación”. Y bien podríamos nosotros añadir sucintamente, sumándonos a los afanes regeneracionistas de Lucas Mallada: desde las recalificaciones urbanísticas hasta la distribución de ayudas a la más pequeña ONG; desde la fiscalía del Tribunal Superior de Justicia hasta los libros publicados por las editoriales institucionales; desde los préstamos e inversiones de las Cajas de Ahorro hasta los cursos y subvenciones de los sindicatos oficiales; desde las elecciones a las cámaras de comercio hasta los precarios contratos laborales de las mancomunidades comarcales; desde los nombramientos de libre designación hasta las comisiones de servicio “humanitarias”; desde las organizaciones de productores de frutas y hortalizas (OPFH) hasta las cajas rurales; desde los complementos vitalicios para ex altos cargos de la administración hasta la asignación a los Centros de Profesores y Recursos; desde la adjudicación por concurso de las obras públicas hasta la última de las asesorías técnicas subcontratada para la Junta… nada es ajeno a la larga mano del cacique moderno.

Es la “sorda opresión cotidiana”, la red de grandes y pequeñas claudicaciones, de complicidades y miedos. “Pásate un día a verme por el despacho” le dice el mediador menudo, de medio pelo, a aquel otro desvalido de algo, procurador de trabajo, de casa, de auxilio… “La relación entre cliente y patrón se inicia a través de un favor fundacional. Pero la irregularidad y la falta de simetría del intercambio disimula su carácter de transacción”. El clientelismo no es un ropaje más de las relaciones sociales en Extremadura, sino la segunda piel, la forma natural que adquiere la política en esta tierra. El clientelismo es la constitución real, el estatuto de autonomía fáctico de la región.

El sistema clientelar se basa en esa tríada patrón (poder político)-mediador-cliente. El mediador se convierte en una figura central, garantía de la salud y de la reproducción de un régimen que, tras la ficción jurídica igualitaria y la aparente relación de intercambio, oculta una relación de dominación real en la distribución de derechos, prebendas, capital económico o simbólico, etc. Y, como dice con precisión Auyero, “cuanto más cerca se está del mediador, menos se percibirá la arbitrariedad del orden de la mediación política”.

Pero el clientelismo, como el caciquismo en su día, no es solo una realidad electoral. “El caciquismo completa el sistema oligárquico por la base, articulando la práctica electoral y manteniendo a la vez integrada y desmovilizada a las masas”. La urdimbre clientelar aparece como una red de solución de problemas, como una garantía de protección desde el poder; quienes se acojan a ella “tendrán las espaldas cubiertas”, siempre que renuncien a cualquier tentativa de lucha contra este orden de dominación y jerarquización.

Los dueños del cortijo piensan que, como en el poema de Carlos Álvarez, gracias a su sabia tela de araña “hay un orden inmutable, para siempre asegurado”. Pero, una y otra vez, aparecen los díscolos, los irredentos, las gentes cerriles, ignorantes del progreso, que se empeñan altivamente en vivir sin la protección paternal de los prohombres.

 

2.- MOGUER

Mi madre, mis hermanos y mis sobrin@s viven en Moguer. Cuando voy a verlos veo como aparentemente el pueblo está dividido en dos bandos, pero algo me dice que esta división no es real… creo que es una división alimentada por la política.  La vida en los pueblos es así, o se está a favor o se está en contra… de uno modo u otro razonar es casi imposible. Se reproducen esquemas que poco tienen que ver con lo lógico. De un lado, están los afines al Ayuntamiento que por razones políticas de partidismo teledirigido están contra el Oleoducto. Son del PP y por principio están contra todo lo que venga del PSOE, ellos han puesto una enorme banderola en el balcón del ayuntamiento de Moguer y también han llenado los balcones con carteles amarillos, las fotos son estas:

Del otro lado, están los que apoyan el proyectado oleoducto, por supuesto estos también actuan por las órdenes que desde el partido dictan. Y por supuesto utilizan todos los métodos para convencer a la gente.

En Moguer es un pueblo que mayoritariamente se dedica a la agricultura de la fresa, para ello cuenta con la Comunidad de Regantes de El Fresno.

El Presidente de esta comunidad de regantes es Leopoldo Gorostiza, que también es un afiliado al PSOE, y debo entender que como uno más del pardido escribe en el períodico que la Agrupación Local reparte gratuitamente en el pueblo. La verdad es que no sé cómo calificar los argumentos que utiliza el primer regante de esta comunidad, lo mejor es que sean ustedes, los lectores de este blog, los que saquen sus propias conclusiones:

“¡Por qué tanto escándalo!

Por Leopoldo Gorostiza Dapena

(Moguer Socialista, abril 2009)

Llevamos varias semanas en que el grupo de gobierno del Ayuntamiento de Moguer, no parece dedicarse a otra cosa que promover, dirigir y financiar una extraña campaña contra la instalación de un oleoducto subterráneo por nuestro término municipal. Parece ser que el principal argumento para esta campaña es la pretendida peligrosidad de los oleoductos. Y me extraña por diversos motivos. Uno, porque está comprobado que los oleoductos enterrados son el sistema más seguro, barato, ecológico y de menor impacto medio-ambiental de todos los sistemas de transporte de petróleo o derivados del mismo; otro, porque desde hace más de veinte años, existen un oleoducto y un gaseoducto que cortan por la mitad este término municipal y, que yo sepa, nadie del P.P. ha dicho ninguna palabra en contra de ellos. Tercero porque, cuando Manuel Burgos fue alcalde de Moguer, se aprobó, con el apoyo de todos los grupos municipales, la instalación de un gaseoducto y de una estación de bombeo de gas que, surgiendo de la mar, pasa por debajo de la playa de Mazagón, (muy cerca del Parador), atraviesa la carretera y llega a los campos de Moguer, donde la estación de compresión de gases, (¡éstas sí que tienen riesgo!), lo impulsa hacia el otro gaseoducto ya mencionado.

Estoy convencido de que la mayor parte de nuestros vecinos ignora estos detalles porque, enterrados, los oleoductos o gaseoductos son invisibles, inodoros y sin apenas riesgos.

También es curioso que, ninguno de esos caballeros, haya dicho nada en su vida contra el transporte de productos petrolíferos por camión, por el desvío de Moguer, y sólo hay que recordar la tragedia del camping de Los Alfaques para comprender el atroz peligro que ese medio de transporte implica.

Además de las tuberías mencionadas, no sé si somos conscientes de que más de una veintena de oleoductos y gaseoductos están enterrados al lado de la carretera que une Mazagón con Huelva, y de que algunas pasan por debajo de la misma o cruzan el río Tinto por el puente de la Punta del Sebo. Literalmente, estamos rodeados de oleoductos y gaseoductos, que transportan todos los tipos posibles de productos petrolíferos, desde hace más de cuarenta años, sin que nunca, ¡repito NUNCA!, hayamos tenido el más mínimo accidente o incidente por culpa de una de esas tuberías enterradas.

Permítanme que también me asombre de que un equipo del Partido Popular se atreva a atacar la instalación de un oleoducto, cuando se da la circunstancia de que el oleoducto que alimenta de petróleo crudo a la Refinería de Puertollano, Ciudad Real, cruza por en medio de la ciudad de Málaga (que también tiene un consistorio del P.P.) justo por debajo de la avenida de entrada a la ciudad, pasando al lado del estadio de fútbol. ¿Qué sucede? ¿Es que un oleoducto sólo es peligroso en Moguer, a relativa distancia del casco urbano, e inofensivo por todo el centro de Málaga? ¡Ustedes dirán!

No sé cuáles son los motivos para toda esta absurda campaña, excepto que los señores del equipo de gobierno estén “levantando polvo para ocultar la caballería”. El polvo es el oleoducto, la caballería son: su ineficacia, su aumento de impuestos, sus extravagantes gastos en sueldazos (para ellos y sus amiguetes enchufados), etc., etc.

Por supuesto, soy de la opinión de que el oleoducto del que hablamos debería pasar todo lo alejado de las casas de Moguer como fuera posible. Lo ideal es que utilizara el corredor ya abierto para el otro oleoducto, el antiguo, y no se acercara a nuestro pueblo ¡Ése es el objetivo a lograr, no el prohibirlo y condenar a una zona de nuestro país a la pobreza! ¿O es que ya no nos acordamos de lo que era Moguer antes de que llegara la Refinería?

Resumiendo: los oleoductos no son peligrosos (ni aún por debajo de una ciudad como Málaga), no contaminan, ni alteran el paisaje. Una vez enterrados, se puede plantar encima de ellos con tal de que no sean árboles de raíces profundas ¿A qué viene este escándalo? Y termino… ¡Ah, para los que no me conozcan! Permítanme decirles que soy ingeniero técnico industrial y he pasado treinta y cuatro años trabajando en la Refinería de La Rábida y, por tanto

¡sé muy bien de que estoy hablando!”

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About Isaías Griñolo

Isaías Griñolo, (Bonares, Huelva, 1963), suele trabajar en proyectos de largo recorrido, ligando el arte a la realidad social en contextos concretos. Actualmente está desarrollando tres proyectos. El primero Asuntos Internos, donde estudia las políticas culturales y sus implicaciones sociales. Desmemoria, una relación de 14 documentos sobre un lugar de olvido: La plaza de toros de Badajoz, que indaga en la difusa relación existente entre arquitectura y memoria; y por último Escombros, un compendio de imágenes, relatos y discursos sobre las prácticas ecologistas en Andalucía y las relaciones entre el Capital y el Territorio, un cuerpo de trabajo que busca dinamizar las relaciones entre ecología política y arte. A este último proyecto pertenece Las fatigas de la muerte (La lógica cultural del capitalismo químico), en cuyo marco se inscribe los trabajos que realiza en la actualidad. Recientemente ha coordinado uno de los talleres del ciclo Capital y territorio ¿La construcción de un sueño?, un proyecto de UNIA arteypensamiento, donde además de los planteamientos teóricos se propuso explorar en prácticas artísticas un discurso crítico sobre los procesos urbanísticos. Ultimamente ha participado en la exposición Principio Potosi (Museo Reina Sofía), con la obra Mercado Energético Puro, un trabajo en el que a través de documentación, fotografías, mapas, y abundante material audiovisual, analiza las problemáticas derivadas de los límites del crecimiento en Huelva, centrando la mirada en la industrias química de los fertilizantes y en la expansión incontrolada de la agroindustria de la fresa en el entorno de Doñana. Es miembro de la PRPC (Plataforma de Reflexión de Políticas Culturales), colectivo que lucha contra la Bienal de Arte Contemporáneo de Sevilla.